La Junta constató el año pasado 33 situaciones de ciberacoso, la mayoría de ellas a través de mensajería instantánea tipo WhatsApp o Line (Noticia de Hoy.es 11/12/2016)
«Un problema real que cada vez cobra mayor protagonismo». La afirmación es del Servicio de Inspección General de Educación y Evaluación de la Consejería de Educación y Empleo, y se refiere al ciberacoso escolar. Es decir, el que se vale de las nuevas tecnologías, sobre todo de los teléfonos móviles y las redes sociales.
La administración autonómica constató a lo largo del curso pasado 99 casos de acoso escolar en las aulas extremeñas, de los que 33 fueron ciberacoso, o sea, justo un tercio del total. No se trata de denuncias, pues el número de estas fue mucho mayor, en concreto 254, sino de situaciones que se comprobó que eran ciertas, según recoge la memoria 2015-2016 del Observatorio de la Convivencia Escolar. El documento lo firma el Servicio de Inspección, y los datos que contiene los han proporcionado 612 centros de la región, sobre un total de 619 a los que se pidió esta y otra información. Además, cada incidencia de este tipo está descrita en una ficha individualizada, que la Consejería ha requerido a cada colegio o instituto.
También por Facebook
El informe especifica que seis de cada diez casos de ciberacoso se cometieron utilizando aplicaciones de mensajería instantánea, entre las que destaca claramente por su popularidad WhatsApp, aunque entre los escolares también tiene cierta penetración Line.
En un segundo escalón aparecen las redes sociales, que se utilizaron en un tercio de los casos constatados. Entre estas, la más utilizada con diferencia es Facebook, seguida de Twitter. Una incidencia mucho menor -dos expedientes el curso pasado- tiene el teléfono móvil, utilizado para hacer llamadas perdidas o amenazantes, según la memoria del Observatorio de la Convivencia Escolar, que también constata que lo habitual es que este tipo de situaciones duren unos días. Ahora bien, el curso pasado se confirmaron nueve situaciones en las que la víctima tuvo que soportar el hostigamiento durante varias semanas; y otras ocho que se prolongaron durante meses.
En la lista de conductas típicas de ciberacoso hay dos que se dan con más frecuencia que las demás. Son las etiquetas peyorativas y los ataques al aspecto personal. Es decir, los insultos aludiendo al aspecto físico o a cualquier otra circunstancia de la personalidad.
El informe oficial refleja que «si bien es cierto que algunos jóvenes se involucran en el ciberacoso escolar porque piensan que es divertido, no de deja de ser un problema real que cada vez cobra mayor protagonismo, dado que el desarrollo de las nuevas tecnologías ha ofrecido una nueva plataforma de actuación de fácil acceso». El servicio de Inspección explica que es precisamente el aumento de la incidencia lo que le ha movido a analizar el problema en profundidad, pidiendo a los centros que detallen cada caso particular. Todo ello «siendo conscientes -apunta la administración- de la dificultad de que este tipo de conductas lleguen a conocimiento de los profesores».
La mayoría de las veces, quien denuncia la situación que sufre el menor de edad son los padres, si bien este dato se refiere no solo a los casos en los que se emplean el teléfono móvil e Internet, sino al acoso escolar en términos generales.
Sentirse marginado
Aunque el ligado a las nuevas tecnologías va ganando importancia, el más habitual sigue siendo el verbal, aunque hay que tener en cuenta que es frecuente que la víctima sufra no solo un tipo de persecución, sino varios. De los 99 casos que la Consejería de Educación y Empleo constató el curso pasado, en el cuarenta por ciento existió hostigamiento de tipo verbal, y en el 28 por ciento el de tipo social, que es aquel que consiste en marginar a la víctima. El ciberacoso apareció en el 18 por ciento de las situaciones, y en un diez por ciento hubo ataque físico directo.
Por niveles de enseñanza, el mayor número de conflictos se da en Educación Secundaria Obligatoria, que aglutina más de la mitad de las 99 incidencias constatadas a lo largo del curso pasado. De ellas, en 98 acosador y víctima eran estudiantes, y en un caso el perdjudicado fue un profesor, según refleja la memoria del Observatorio Escolar, que ya en el primero de sus diez capítulos llama la atención sobre la trascendencia del problema. En el párrafo inicial se deja constancia de que «el acoso y el ciberacoso escolar son conductas que lamentablemente están cobrando cada vez mayor protagonismo, y que pueden tener consecuencias muy graves».
